Siempre hablamos de ser mejores personas y claro, para eso leemos y reflexionamos y por supuesto, lo intentamos; pero ¿Cómo podemos lograrlo realmente?
Quiero compartir con ustedes esta reflexión sobre cómo ser mejores personas.
Siempre oímos por ahí que no hay que preocuparse por lo que dicen los demás; es más, siempre descartamos la opinión de los demás, como si fuera una fuerza brutal. Pero, y ¿si no fuera así?
En resumidas cuentas ¿Debemos preocuparnos de lo que dice la gente?
La respuesta más sencilla es SI.
Sí, porque puede tratarse de opiniones o comentarios que se repite muy seguido, ya sea que nos lo digan o nos lo insinuén; o puede tratarse de que notamos que la gente, las amistades, familiares, conocidos, etc. se alejan sin motivo aparente. Esto puede ser una señal de que hay algo que no está bien.
¿Qué puede ser lo que no esté bien con nosotras, si estamos haciendo todo lo posible por ser mejores personas?
Los temas a los que debemos prestar atención no tienen que ver con las cosas fundamentales en las que creemos y que ya han pasado por nuestro tamiz; más bien, son aquellos que nos indican que nuestras amistades, familiares, compañeros de trabajo o miembros de nuestras comunidades (ya sean de domicilio, religiosas, escuela, laborales, etc.) notan ciertos comportamientos y actitudes que no son los adecuados para la convivencia saludable.
¡No me importa diríamos! Demos una nueva revisión mencionando solo algunos:
No ser amables con las demás personas. Hay quienes no saludan al entrar a un establecimiento, o solo saludan a los dueños de casa cuando van de visita, dejando de lado al personal de servicio. Esto tan sencillo, dice mucho de quién es esa persona.
Hablar sin parar y sin escuchar. Cuántas veces hemos presenciado situaciones en las que una persona no presta la guitarra, como diríamos coloquialmente, y aunque se le trate de interrupir, continúa sin dar espacio a la réplica o a una opinión diferente.
No ser capaces de controlar el alcohol. Cuántas veces hemos sido testigos del “papelón” que ha hecho alguna persona cuando excede el nivel de tolerancia y se pone ofensiva o testaruda y hasta llega a faltar el respeto a otras personas.
Elevar la voz al hablar. Hay personas que no se dan cuenta de esto y pueden dar la impresión de estar grintando. Probablemente no sea su intención,y por eso no notan que tanto su tono como su volumen pueden molestar a los demás.
Tener modales rudos o vulgares. Hay quienes creen que ser educado está fuera de moda. Mantienen o adoptan comportamientos desagradables que los representan mal. Esto se ampara en mal entender el argumento “debo ser transparente, genuina, honesta” o en aquel argumentos de «a mi no me afecta». Nada más alejado de la verdad; la buena educación se caracteriza por una armonía entre la sinceridad, la cortesía, la generosidad y la genuinidad que debe reflejarse en cada persona, respetando a los demás y respetando las convenciones de la sociedad en la que nos movemos.
Contar dinero frente de la audiencia. Hay personas que tienen la costumbre de hablar de su dinero y lo que compran con él. Esto únicamente muestra su baja estima ya que para sentirse importantes o valoradas se la pasan hablando de lo que gastan, de lo que pagaron por tal o cual artículo, de lo caro que estaba el último vehículo que compraron como si de una exposición de bienes se tratara, escudándose en que no mienten al hablar.
Estar pendientes de lo que los demás tienen. Estas personas viven comparándose con los demás y aunque no necesariamente son envidiosas, cuentan con una estima muy baja. Se la pasan midiendo en el todómetro-mio lo que tienen para ver si la fulana o zutana tiene más.
No mostrar compasión y tolerancia antes los errores de los demás. Pareciera que estas personas se creen perfectas, que nunca se equivocan y que lo que dicen es palabra de Dios.
Pasar criticando todo el día sin argumentos y fundamentos. La vida no es perfecta y es necesario desarrollar una visión crítica sobre lo que no es correcto ni bueno para el bien común; sin embargo, hay personas que critican a sus amigos, familiares, colaboradores, compañeros, el calor, el frio y a los que fusilaron ayer, sin ponerse en los zapatos de los otros, solo mirando las cosas desde su propio cristal.
Esperar que otros resuelvan sin aportar nada. Hay personas que se aprovechan de las circunstancias para recibir sin dar. Aunque se llegue a creer que esto es una ventaja, realmente es una trampa, ya que la ley universal establece que para recibir hay que dar y si no, la vida se encarga de tomarlo con una cuarta más.
Engañar. Hay personas que en apariencia se presentan como ovejas, siendo lobos. Buscan intencionadamente a sus presas y las envuelven para lograr lo que desean. Cuántas veces hemos visto personas que se nos acercan porque necesitan algo y nos ofrecen su amistad con ese propósito y cuando lograron o no lograron sus motivos, se alejan.
Y por último, aquellas personas que roban la energía. Esas que se creen y se sienten víctimas de la vida y por lo tanto creen que merecen toda la atención del universo. Estas personas no son más que egoístas e inmaduras, que esperan que los demás los escuchen, los lleven y traigan, poque siempre necesitan.
Amigas, pongamos atención a las reacciones, opiniones y actitudes de nuestros amigos, familiares, etc., y revisemos nuesta forma de comportarnos en tales o cuales situaciones, esto nos ayudará a que no caigamos en esta trampa y podamos realmente seguir en el camino de SER MEJORES PERSONAS CADA DÍA.
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